31 octubre 2011

La pelotita amarilla

Rosarinos a puro tenis


(Por Francisco Soler Keller) Durante toda la semana la ciudad de Rosario estuvo llena de polvo rojizo. La culpa de esto no la tuvo el volcán chileno y sus cenizas, ni tampoco el gran temporal de viento que azotó a la ciudad de misiones trasladando la tierra tan característica de aquella provincia. El motivo se debió a que en el club Gimnasia y Esgrima de Rosario se disputó el Future F21 “Copa Lamelas Grupo AM” el cual entrega puntos ATP y reparte diez mil dólares en premios.

Afortunadamente, los cinco días que duró la competencia tuvieron jornadas con un clima ideal para competir, tal es así que cada vez que los jugadores lanzaban la pelota al aire para iniciar un punto, parecía que la misma se convertía en el mismísimo sol, dejando una de las postales más correspondidas al tenis. Este factor, casi determinante para los planes que se desarrollan al aire libre, fue indispensable para que cientos de personas se acercaran diariamente para deleitarse con unos buenos partidos.
Al ingresar al club y acercarse a las canchas en las cuales se disputaba la competencia se podía observar la cantidad de gente, que aprovechó el maravilloso día para disfrutar una tarde de recreación, moviendo las cabezas de derecha a izquierda, y viceversa, para poder seguir la bola, como si fuese una especie de coreografía extremadamente perfeccionada. Además, como es costumbre en este tipo de eventos, se debían guardar los comentarios, aplausos y gritos de aliento para la finalización del punto disputado, ya que de otra manera se podía desconcentrar al jugador, perjudicándolo.
Por otra parte, dentro de la cancha los jugadores corrían de un lado para otro, cambiando la empuñadura con cada golpe para darle distintos efectos a la bola, dando pequeños gritos cuando impactaban la pelotita, rememorando al español Rafael Nadal. También intentaban tomar o cambiar el aire entre los puntos disputados caminando lentamente para correr alguna bola que hubiera quedado en el medio de la cancha o yendo a secarse el sudor de la cara. Por otra parte era evidente cómo iban mutando los sentimientos de los jugadores; dándose aliento cada vez que tenían una racha positiva o maldiciendo su actuación, golpeando la raqueta contra el suelo o, por qué no, lanzando una pelota lejos para descargar la presión que se sufre cuando las cosas no están saliendo del todo bien.
Mientras los jugadores se esforzaban en cada jugada, fuera de la cancha algunos niños, lejos de las miradas de sus padres que se encontraban en las gradas poniendo toda su atención en el partido disputado, no paraban de correr entre las tres pistas que se usaron en el torneo. Era como si no se quisieran perder la acción de ninguna de ellas, aunque lo más factible es que haya sido su manera de matar el aburrimiento que les genera a los pequeños estar quietos y en silencio.
En el intervalo que había que esperar entre el fin de un set y el comienzo del otro, o entre partido y partido, la gente se agrupaba detrás de las gradas principales donde había unas mesitas, todas con sombrilla para resguardarse del imponente sol, para beber un refresco mientras se debatía sobre el partido que se disputaba. A un costado de estas se encontraban unas carpas donde se podían comprar algún refrigerio, o el merchandising del torneo. Un poquito más separada había una carpa dedicada a los tenistas, donde se colocaban encordados nuevos a las raquetas que así lo necesitaran.
De esta manera, entre gorras con la visera colocada en diversas posiciones, muñequeras, colocadas en su mayoría en la mano izquierda, medias y zapatillas teñidas con el color del polvo de la cancha, entre raqueteros y raquetas de diversos colores y tamaños y cientos de espectadores predispuestos a aprovechar de un grato partido de tenis; más de treinta jugadores se batieron unos a otros para demostrar cuál de todos era el mejor y así obtener los puntos ATP, junto con la bolsa con los dólares que estaban en juego.