07 noviembre 2011

Nuevo convenio para jugar en la Rosarina

Acá algo huele mal

(Por Facundo Barbero y Juan Pablo Falletti) El acto de lavarse las manos se hizo famoso desde principios de la historia moderna, cuando Poncio Pilato decidió no intervenir en el juicio de Jesucristo para no tener ningún problema. Es el camino más fácil a seguir por quienes prefieren no hacerle frente a determinada situación conflictiva, dejando a la deriva a un tercero determinado. Pareciera que ésta es la vía que se eligió seguir de parte del presidente de la Asociación Rosarina de Fútbol, Mario Giammaría, al imponerles a todos los jugadores el re-empadronamiento dentro de la organización, pero esta vez sin derecho a reclamar por una cobertura médica. Y no sólo eso, sino que tras el parate que trajo esta medida, quedó a la luz una práctica ilegal dentro del reglamento, de la cual nadie se hace responsable: la de los carnets truchos.

Estas son las conclusiones que se pudieron extraer luego de hablar con varias fuentes vinculadas al fútbol local: un preparador físico de prolongado pasar por varios clubes, un entrenador en actividad y otro ya retirado, y un dirigente de un importante club de zona norte que prefirió reservar su identidad por miedo a alguna represalia de la Asociación Rosarina para con la institución que representa.
Hace poco tiempo hubo un hecho que expuso la situación actual de la liga. Durante los meses de agosto y septiembre del corriente año el fútbol a nivel local estuvo parado, ya que se les exigía a los jugadores menores de 18 años de todos los clubes (casi de manera dictatorial) un permiso firmado por sus padres en el cual la Asociación Rosarina de Fútbol se desliga de toda responsabilidad en caso de que algún joven sufra una lesión de importancia. Pasando en limpio: los dirigentes se lavan las manos en caso de ocurrir un siniestro. Además los jugadores dejan de ser personas al momento de entrar a cualquier cancha de Rosario y pasan a ser esclavos de la organización sin derecho a reclamo.
El propio presidente de la entidad, en declaraciones realizadas en la página oficial de la Asociación Rosarina, se atajó alegando que es por causas económicas: “Detrás de los 560 partidos que organizamos por fin de semana, está la posibilidad de una lesión y si detrás de cada lesión está latente la posibilidad de un juicio, no va a haber espalda que aguante, ni sistema de cobertura que resista”. Y siguió: “Esta conducta, tan instalada en algunas de las familias de nuestros deportistas, las llevan a la confusión de trasladar sus reclamos a los ámbitos del deporte y plantear todo tipo de exigencias a las entidades que contienen a sus hijos, sin entender que las mismas son completamente amateurs y carentes de presupuestos adecuados para satisfacer sus exageradas demandas”.
Ciertamente, Giammaría plantea claramente la idea de separar las aguas, para que la organización que representa no tenga más responsabilidades. Pero muchos protagonistas del fútbol local consideran que es para encubrir el tema de los carnets truchos.
Para tener pruebas de ello, hay que remontarse a un accidente ocurrido hace un par de años. Un directivo vinculado a un importante club de zona norte se encargó de relatar lo sucedido entonces. “Esto se impuso ahora por un hecho sucedido en B.A.N.C.O (club situado en barrio La Florida) hace dos años, en donde un jugador, por decisión del técnico de turno, jugó con un carnet truchado, es decir, que no era de él. Y el chico tuvo la desgracia de quebrarse”, contó. Este siniestro trajo inconvenientes aún mayores y lógicos. El directivo siguió: “Luego del problema, el padre del lesionado fue pedir a la Rosarina que le brindaran atención médica, cosa que no se le prestó porque el jugador había firmado la planilla con el carnet de otro, y posteriormente decidió iniciarle un juicio al club B.A.N.C.O. y a la Asociación Rosarina. Además, el padre del joven al cual le usaron el carnet, al enterarse de lo sucedido, decidió también iniciarle acciones legales a la institución”.
El desenlace de esto no sólo fue un juicio interminable, sino que se desprestigió mucho la Asociación. Y lo que es peor: hubo muchos otros jóvenes que posteriormente siguieron el camino de este jugador de B.A.N.C.O., poniendo a la Rosarina en la incómoda situación de tener que afrontar varias causas legales en su contra.
Lo más insólito del hecho fue que no hubo sanción alguna para con el club. El dirigente lanzó una respuesta clara: “No pasó nada porque el presidente de B.A.N.C.O. (de apellido Massari) es el buchón de Giammaría en la Primera B, y es amigo personal también”. ¿Habrá sido además para que no quede expuesto que el jugador había actuado con un carnet que no era de él?
Para obtener pruebas más fehacientes, era necesario hablar con alguien vinculado al club al momento del citado incidente. José Ibarra es preparador físico hace unos años y es conocedor de la situación actual. Ha pasado por varias instituciones del fútbol de Rosario, y se encontraba trabajando en B.A.N.C.O. al momento del hecho. Ibarra fue sincero a la hora de responder. “La situación era sabida por todos. El jugador había sido expulsado una fecha anterior y ante la falta de un suplente de similar nivel se decidió hacerlo jugar igual, haciéndolo firmar con otro carnet. El chico se lesionó y nadie se hizo responsable porque estaba truchado”. Igualmente el preparador físico buscó tirar la pelota afuera y sostuvo que “la mayoría de los clubes hace esto. Suele pasar muy a menudo el tema de los carnets. Hoy por hoy no todos los clubes pueden completar la planilla de jugadores y se llega a esta medida. Si bien la Rosarina cubre algunas cosas, es sabido que pasa”.
Otro involucrado y conocedor del hecho es Miguel Prado, quien es entrenador y se encontraba en B.A.N.C.O. en ese entonces. Extrañamente, el hombre afirmó “no acordarse de mucho” de lo sucedido en ese entonces con la mala inclusión del jugador que a la postre se lesionaría, como si alguien hubiese borrado su memoria durante ese tiempo con un flash de luz, al mejor estilo Hombres de Negro. Qué curioso. Igualmente, no sorprende que declare así, ya que este técnico vive apenas a cien metros del club B.A.N.C.O. Y no es recomendable acusar a ningún miembro de la institución que ve en cada momento que sale a la calle. Menos si está tan vinculada a Giammaría.
El entrenador se mostró bastante evasivo a la hora de responder sobre el tema, pero sí dejó un veredicto sobre la medida tomada por los dirigentes de obligar a todos los padres a firmar esa especie de convenio en donde la Rosarina no se hace responsable por alguna lesión. “Los clubes económicamente no están bien, y esta medida los puede perjudicar. Pero por ahí es una medida que va a llevar a que los clubes mejoren. A que las comisiones directivas empiecen a cobrar una cuota un poco más alta, entre otras cosas”, expresó. El técnico se despidió con una frase que realmente es cuanto menos poco creíble, teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente: “Es muy difícil para nosotros, los técnicos, saber cómo se manejan las cosas con el tema de los carnets”. Es curioso que los entrenadores desconozcan cuáles jugadores pueden actuar y cuáles están suspendidos.
Quien sí se mostró crítico fue el ex entrenador Mario Valentín Muiño, quien dirigiera mucho tiempo en el club Náutico y en la ya desaparecida institución Estrella Azul. El hecho de que hace tiempo que no trabaja en Rosarina le da la capacidad de criticar sin temor. “El tema de los carnets truchos siempre existió. Hasta yo mismo lo hacía. Era para completar los equipos por falta de jugadores y era algo habitual”, afirmó. Además se encargó de dejar en claro que “todo el mundo está enterado de lo que pasa, tanto los dirigentes de los clubes, como los de Rosarina y los árbitros mismos. Es algo que se hace y que se va a seguir realizando”. Y finalmente se despidió lanzando munición pesada contra Giammaría: “Es un tipo realmente inteligente (en referencia a la medida del re-empadronamiento). Porque nunca se pueden encontrar pruebas contra él, además los clubes no tienen voz ni voto. A una persona como ésa hay que catalogarla como inteligente”.
Lo cierto es que el parate se levantó. La mayoría de los jugadores de todos los clubes fueron obligados a firmar el nuevo convenio, y desde mediados de septiembre del corriente año, no se puede culpar a la Asociación Rosarina por ninguna lesión sufrida dentro de una cancha. ¿Ha sido toda esta movida para que ningún chico pueda demandar a Rosarina, y esconder entonces debajo de la alfombra el tema de la mala inclusión de jugadores, que prolifera cada fin de semana en muchos clubes de la ciudad, sin que la justicia tenga pruebas de ello en caso de juicio? En el ambiente todos piensan que sí. Pero a ciencia cierta, Giammaría se maneja muy bien. Y no parece que la situación vaya a variar a corto plazo.