El boxeo no perdona
la salud a largo plazo
Por más controles que se hagan los pugilistas, los daños a
los que están expuestos los deportistas son irreversibles
(Por Mariano Calviello) En 1743 Jack Broughton estableció las primeras reglas del boxeo que hoy en día se conocen con la intención de hacer el deporte más humano. A pesar de esto, las reglas no regulan los efectos a largo plazo que los golpes permitidos le ocasionan a la salud del boxeador. Muchas son las lesiones que el deportista sufre a lo largo de su carrera profesional, pero más importantes son las consecuencias que todas ellas le ocasionan por el resto de su vida. Las principales secuelas que el boxeo puede llegar a generar son: Parkinson, Alzheimer o lesiones oculares, entre otras.
Los traumatismos reiterados en la cabeza podrían acelerar la aparición de la enfermedad. “No quiere decir que todo aquel que se golpee la cabeza vaya a desarrollar Parkinson”, destacó el doctor Claudio Bonano, que agregó que “el Parkinson es una enfermedad neurológica, progresiva y degenerativa para el que por el momento, no existe cura conocida”. Los brazos y piernas comienzan a tener dificultades para moverse, el paciente desarrolla temblores y tics faciales y, progresivamente, su inmovilidad se acentúa más y más. Los golpes más leves ni siquiera repercuten de forma moderada en la incidencia de la enfermedad, de manera que parece ser la gravedad de la lesión la que determina fundamentalmente la aparición del Parkinson. El peligro es especialmente para aquellos deportistas que llegan a perder la conciencia. “Esto no quiere decir que todo aquel que se golpee la cabeza vaya a desarrollar Parkinson en su vejez, pero todo indica que algo pasa en el cerebro que desencadena una serie de sucesos provocando la aparición de la enfermedad”, explicó el galeno. El ejemplo más categórico es el de Cassius Clay que, a pesar de no haber recibido tantos golpes en su carrera, ahora padece un Parkinson muy avanzado.
Un síntoma muy similar al Parkinson se había apreciado ya en algunos boxeadores que padecían lo que en términos médicos se conoce como 'demencia pugilística'. Este tipo de demencia, también conocida por el nombre de 'síndrome de los boxeadores', generalmente se manifiesta varios años después de la retirada y se caracteriza por una inestabilidad inicial en el andar que, en algunas ocasiones, coincide con periodos de confusión mental y un entorpecimiento muscular general.
Al consultar sobre las medidas preventivas que se toman, Agustín Russo, entrenador de boxeo surgido en Chañear Ladeado y que actualmente desempeña su tarea en Estados Unidos, explicó: “Estoy de acuerdo con que se hagan estudios porque este deporte es peligroso para quien no esté apto para practicarlo. Por mi parte, me acostumbré a obligar a mi pupilo a que se haga chequeos cada mes para estar prevenido a cualquier imprevisto”.
La Demencia Pugilística y la enfermedad de Alzheimer están marcadas por desordenes físicos y de memoria similares. “Uno de los signos clásicos de la enfermedad de Alzheimer es la acumulación en el cerebro de una maraña fibrosa de un tipo particular de cuerpos químicos anormales. Marañas similares se encuentran en pacientes con desórdenes de memoria o síndrome del boxeador”, reveló Bonano.
El mal de Alzheimer es una enfermedad progresiva que ataca el cerebro y genera limitaciones en la memoria, el razonamiento y el comportamiento. El boxeo lleva con el tiempo al deterioro mental y a la progresiva pérdida de fuerza muscular, lo cual incrementa el riesgo de desarrollar Alzheimer en la madurez. Los boxeadores están expuestos a sufrir lesiones irreparables que merman sus funciones intelectuales. Los cambios moleculares que ocurren en los cerebros de los boxeadores atontados por los golpes son similares a los encontrados en personas que padecen del mal de Alzheimer.
El trauma ocular es otra de las lesiones más comunes causada por el boxeo. El desprendimiento de retina, las cataratas, las lesiones de párpados y la ceguera misma, son las más importantes. “La ceguera post-traumática, se debe a un daño de la vía óptica geniculada, es decir, es otra posibilidad de daño de la visión que se agrega a la ceguera causada directamente por lesión del globo ocular o del desprendimiento de la retina”, detalló Bonano.
A pesar de los chequeos constantes a los que se someten los boxeadores, ninguno puede predecir las secuelas que éstos pueden llegar a sufrir en un futuro. El llamado de atención no es sólo para los boxeadores sino también para los entrenadores que, muchas veces, arriesgan de más la integridad de su pupilo por no parar el combate a tiempo.