“No hay que volar
cuando uno quiere
sino cuando uno puede”
cuando uno quiere
sino cuando uno puede”
(Federico González Angelastro) El mundo está lleno de diferentes tipos de deportes. Por un lado están aquellos que son más populares como el fútbol, básquet o tenis y por el otro se pueden encontrar actividades menos difundidas como pueden ser el polo, golf o karate. En este caso volar es algo que no todos hacen.
Pero hay diferentes formas de volar, algunos lo hacen en avión, planeador o hasta en un globo. En la localidad de Venado Tuerto un pequeño grupo de personas han revolucionado, hace ya un tiempo atrás, a la ciudad entera volando en paramotor. Cada fin de semana mucha gente se reúne a ver cómo un grupo de valientes se eleva hacia los cielos con sus enormes velas impulsadas por un pequeño motor en la espalda de quién maneja y así ellos viven una experiencia única.
Pero antes de continuar escribiendo parece necesario explicar en qué consiste el paramotor. Por la televisión muchas veces aparecen imágenes de pequeñas personas impulsadas desde grandes montañas y colgadas de una vela que las lleva dentro de hermosos paisajes. Eso es el parapente. La diferencia entre uno y otro es que el paramotor es para el llano, impulsado por un motor. Además es mucho más seguro, según explicó Ricardo Gudelj, aficionado a este hobbie que afirmó que con el parapente muere, al menos, una persona al año. “Ahí se vuela con térmicas, cuando agarraste una mala corriente de aire se te da vuelta la vela y caés”, contó Gudelj mientras que aclaró que ellos al tener impulso motor van mucho más seguros en ese tema pero que “siempre llevan un paracaídas para usar en caso de último recurso”.
“Esta es la forma más liviana de volar”, contó el piloto y justificó sus palabras explicando que cuando uno lo desea carga el equipo de vuelo en el auto, se aleja un poco de la zona urbana y vuela alrededor de unos 80 kilómetros. La única limitación que tienen es el tiempo, del cual ellos dependen pura y exclusivamente. Gudelj contó que “para poder inflar la vela (NdR: paso previo a levantar vuelo) se necesita de un día calmo”, por eso los lugares ideales son sobre ciudades, campos o alguna laguna. Es por esas limitaciones climáticas que él explicó claramente: “No hay que volar cuando uno quiere, sino cuando uno puede”.
Ricardo Gudelj mantuvo esa pasión por el vuelo desde chico, así fue como con sólo 19 años sacó la licencia para ser piloto de avión. Pero los costos siempre han sido un impedimento, motivo por el cual apenas se enteró de esta actividad comenzó a volar.
“Cuando arranqué, hace 10 años, en toda Argentina se contaban con los dedos la gente que hacía esto, ahora es impresionante la cantidad de gente que lo hace”. Recordó y contó que hoy en día al menos una vez por mes hay encuentros en distintos puntos del país.
Lo más importante para hacer este deporte en crecimiento quizás son los costos. Para poder armar un paramotor hay que contar con, por lo menos, unos tres mil dólares como para adquirir elementos usados. Sino una vela nueva cuesta alrededor de dos mil seiscientos y el motor importado sale aproximadamente lo mismo, lo que lleva un total de cinco mil dólares o un poco más. Es mucha cantidad de dinero, pero poco si se considera lo que uno puede disfrutar.
Pero, como todo, antes de empezar a hacerlo debe ser aprendido. ¿Cómo? “Necesitás tener la vela y durante una semana o diez días realizás un previo inflado de la misma, sin el motor. Después empezás a volar con un cable que se llama torno”, explicó Gudelj y comentó: “Una vez que te tiran con el torno, empujándote con una camioneta, lográs perder el miedo inicial”. El piloto comentó que ahí “pueden llegar a unos 700 metros de altura, logrando vuelos de hasta 4 o 5 minutos”. Luego de eso la fase final y esperada por quien lo aprenda: levantar vuelo por medios propios y un motor, de aproximadamente 40 kilos, sobre la espalda.
“Una vez que se llega a volar la sensación es inexplicable. Es algo anormal para el ser humano, el pájaro se siente tranquilo arriba y nosotros abajo, eso es lo que más me llama y es por eso que vuelo”, culminó Gudelj.
El paramotor es un deporte en crecimiento a lo largo y ancho del mundo, con elevados costos iniciales pero luego no mantiene gastos más allá de unos litros de combustible que son totalmente justificables en comparación del placer que le genera a quien le gusta tener los pies en el aire.