27 septiembre 2010

Rosario tiene su representante en el Mundial de Voley

El rosarino Sebastián
Solé vive momentos
de gloria personal


(Por Juan Manuel Speerli) Sus casi dos metros se acercan más al cielo que a la tierra. Su cara de pibito demuestra todavía resabios de adolescencia. Sus brazos largos no sólo buscan rematar cada pelota con notable precisión sino que también ansían alcanzar la gloria deportiva. En eso anda Sebastián Solé, el chico rosarino que está jugando el Mundial de Vóley con la selección argentina en Reggio Calabria, Italia. Los dos triunfos argentinos en la máxima cita del año ya lo tuvieron como un actor importante que le puede aportar mucho a un plantel joven pero con mucho hambre. Recuerdos frescos, sensaciones del presente y aspiraciones para el futuro. Todo en una cápsula de 198 centímetros de altura que intenta volar alto.

“Pasó muy rápido el tiempo porque hace unos meses estaba soñando con jugar el Mundial de mayores y ahora ya es una realidad. Quemé varias etapas en lo profesional y en lo individual”, explica Sóle, el chico de 19 años que ya conoce lo que es ser campeón con la camiseta de la selección nacional. En marzo pasado fue pieza fundamental en el equipo de jóvenes que ganó la medalla dorada en los Juegos Odesur de manera invicta realizados en la ciudad colombiana de Medellín. “Es un grupo que se está acostumbrando a ganar porque nos conocemos desde hace bastante tiempo. En seis años creo que todos vamos a estar afirmados en la selección mayor”, afirma el central.
Con casi 20 años son demasiadas las cosas que le tocó vivir. A nivel profesional la exigencia es mucha, más allá de que las recompensas están llegando. En el 2008 fue protagonista de las selecciones menores y juveniles que ganaron el Sudamericano en Brasil e integrante del conjunto que consiguió la medalla de bronce en el Mundial Juvenil de este año. Además jugó la Liga Argentina con Sonder y su buen desempeño le permitió llegar a Bolívar, el mejor equipo del país. “Es un trabajo que me gusta mucho. Hay veces que dan ganas de largar todo pero hay que estar fuerte de la cabeza y apoyarse en la familia”, comenta Solé. Justamente el central reconoce que al ser tan chico no es fácil acostumbrase a no compartir demasiados momentos con la familia y los amigos, pero es conciente de que en base al sacrificio, después se pueden conseguir los resultados.
Un jugador profesional no sólo vive el día a día pensando en qué puede mejorar sino también se nutre de sueños. Como el que se le cumplió a Solé al enterarse que iba a formar parte de la plantilla mundialista. “Hable con Javier Weber (NdR: director técnico de la selección mayor) antes de ir a Colombia a los Odesur y me confirmó que iba a estar en el Mundial de Italia”, remarca un feliz Solé.
Más allá de las catorce derrotas consecutivas en la pasada Liga Mundial, el rosarino no se precipita con lo que le toca vivir al seleccionado: “La idea de Weber es buscar lo mejor para el equipo más allá de las edades”. Claro está que las referencias de Solé tienen que ver con la inexperiencia del plantel mundialista , que apenas supera los 23 años de edad promedio, algo que en un acontecimiento tan importante puede resultar perjudicial.
Pensando en lo que será su futuro en Bolívar, Sebastián aclara que cambiarán los objetivos en relación a lo que aspiraba su ahora ex equipo Sonder: “Siempre es lindo pelear por salir campeón. Porque a pesar que llegamos a cuartos de final en la pasada temporada, los objetivos no eran los mismos que los que seguramente tendrá un equipo tan importante como Bolívar”.
“El Mundial es diferente a todos los torneos”, expresa Solé. Sin dudas que esta clase de eventos no se compara con nada, porque no solamente reúne a los mejores equipos sino que marca un click en las carreras de muchos jugadores. Y Sebastián sueña con ser uno de ellos.