TALENTO, GARRA Y EMOCIÓN
“Jamás imaginé todo
esto de la Selección”
Luego de vivir dos experiencias inolvidables en Singapur y
Chile, Federico Martina vuelve a Sonder con todas las pilas
(Romina Paiz) Con apenas 17 años, este chico está viviendo un momento soñado: dos citaciones seguidas a la Selección Juvenil de Vóley, medallas de plata en los dos torneos que disputó con la celeste y blanca, y un futuro muy próspero por delante. Federico Martina, o Bambi para sus amigos, todavía no se da cuenta de todo lo que vivió en tan poco tiempo: un viaje a Singapur y el Sudamericano en Chile donde clasificaron a la Argentina para el Mundial del año que viene. Momentos que jamás pensó que le tocaría vivir, y eso que todavía le falta muchísimo camino por recorrer con Sonder, su club en la ciudad, y con la selección. Sin dudas una de las grandes promesas del vóley nacional.
- ¿Cuándo fue tu arranque en la Selección?
- En la albiceleste comencé este año, me llegó la citación en mayo, me tenía que presentar para el 25. La verdad que no me lo esperaba, fue una emoción tremenda. Además éramos 18 en la lista de preseleccionados y uno empieza con la especulación de si queda o no, pero después de que volví de la primera concentración me dijeron que iba a Europa, y cuando volví me confirmaron que iba a Singapur.
- ¿Qué recuerdos tenés de los Juegos Olímpicos de la Juventud en Singapur?
- Fue increíble, uno lo ve por tele y estar viviéndolo es totalmente diferente. Yo no caigo todavía. Éramos 3500 deportistas en la villa olímpica de diferentes países y edades. Es algo que no me voy a olvidar jamás. Además que pude compartirlo con amigos y con chicos de mi edad, que por ahí esa es la diferencia con la Liga Nacional donde te vinculás con gente más grande.
- ¿Cómo era un día antes de un partido? ¿Cómo se preparaban?
- Nos despertábamos tipo 8, en la Villa Olímpica, que era una universidad, había micros internos que hacían un recorrido fijo del hotel al comedor, así que después de desayunar, alrededor de las 10 de la mañana trabajábamos la parte de pesas. Luego almorzábamos, y a la tarde teníamos un rato de siesta. Más tarde trabajamos la parte de pelota y al final teníamos un rato libre donde podíamos quedarnos en el hotel, caminar por la villa, hasta intercambiar historias con gente de otro lado. A las 21 nos juntábamos en el comedor para la cena. Y máximo a las 22.30 ya teníamos que acostarnos para estar bien descansados para el partido.
- En la final se encontraron con un duro rival como Cuba, pero lograron un muy meritorio segundo puesto y se trajeron la medalla de plata para la Argentina.
- Sí, eso ni hablar, además cuando llegamos a Singapur nadie daba dos pesos por este equipo. Es más, allegados al plantel nos contaron que ni en Argentina confiaban en nosotros. En las conferencias de prensa nadie nos hacía preguntas, pero lo bueno fue que no llegamos con la chapa de favoritos y no sentimos la presión, que les jugó en contra a las potencias europeas. Con respecto a la final, ya habíamos perdido con Cuba en la fase de grupos y nos tomamos este partido como una revancha, entramos a divertirnos y sin presiones. Hasta en un momento del encuentro lo podríamos haber ganado pero se encendió León, la figura de ellos, y no pudimos hacer nada.
- Todavía alucinado por todo lo que pasaste en Singapur te llegó la citación para ir al Sudamericano de Chile...
- No lo podía creer, cuando vuelvo de los Juegos me llamaron para la juvenil, fue otra gran alegría. Tuve tres días de descanso acá en Rosario y me volví a Buenos Aires. Allá entrené tres jornadas y me anunciaron que había quedado para el Sudamericano.
- Otra linda experiencia en lo que va de tu corta carrera…
- Totalmente, fue algo distinto a lo de Singapur pero muy importante. Fuimos con todas las ganas, y no se pudo en la final pero lo bueno es que logramos la clasificación al Mundial de Rio de Janeiro el año que viene.
- ¿Cómo definís la actuación de Argentina en Chile?
- El nivel fue muy bueno, hasta la final jugamos un vóley perfecto. Sin embargo la final fue uno de esos partidos donde el otro hace todo muy bien y a vos no te sale nada. A pesar de todo fue un encuentro muy ajustado. Otro aspecto a destacar es que vamos con una buena preparación para el mundial del año que viene y pensamos en traernos el oro.
- ¿Cómo sigue tu carrera después de estas dos competencias con la selección?
- Por ahora entrenando en el club, me llamaron del Club Puerto de San Martín y de Tucumán pero no quiero irme tan lejos porque tengo que terminar la escuela, estoy en quinto año. Y con Guido Romanutti, un compañero de Sonder, nos quedaron en avisar la gente de Puerto. Pero si no tengo la posibilidad de jugar un A1, me gustaría encarar el Torneo de Ascenso con algún club que saldré a buscar, esto empieza en diciembre así que todavía tengo tiempo.
- Seguro cuando arrancaste en el 2006 a practicar este deporte nunca te imaginaste todo lo que estás viviendo.
- No, para nada. Yo arranqué con vóley cuando tenía 14 años, antes había hecho natación, pero lo dejé porque me cansó. Luego jugué al tenis pero por mis problemas de asma tuve que buscarme un deporte para practicar en un lugar cerrado y como mi hermano jugaba al vóley un día me convenció y me vine acá a Sonder, que en ese momento estaba jugando Liga Nacional y era el club más conocido. Pero jamás se me pasó por la cabeza todo esto de selección y lo de la Liga tampoco, estar con grosos de vóley como Milinkovic. Antes los veía por tele y tiempo después pude compartir una cancha con ellos.
- Ya que lo nombraste, ¿cómo fue tu encuentro con Marcos Milinkovic?
- Eso fue muy raro (risas). Todo empezó en Formosa cuando fuimos a jugar uno de los partidos de ida del play off. Siempre me hacía el vago con un ejercicio y no lo hacía, justo ese día el preparador físico me dijo que lo tenía que hacer sí o sí. Estaba solo haciéndolo y llega Marcos y me dice “¿Qué estas haciendo acá solo?” Entonces le conté lo que pasaba, me dijo que lo haga, que era por mi bien, y se fue. En el partido de vuelta ya en Rosario, estábamos peloteando y pasa por al lado mío y me dice “¿Qué haces Bambi cómo andas?” lo saludé y mis amigos me quedaron mirando y me preguntaban de donde lo conocía y como sabía mi apodo (risas) pero yo solamente les dije: “No sé, él me conoce a mí”.
- Sos muy joven y que te queda mucho camino por recorrer pero, ¿cuál es tu mayor sueño a futuro?
- Sueños tengo muchos, pero el más cercano es estar en el Mundial Juvenil del año que viene, va a ser muy complicado porque voy a pelear el puesto con Sebastián Solé, que ahora está en la mayor y con los chicos que fueron a Chile, pero voy a dejar todo de mí para conseguirlo. Y después extra deportivo me gustaría conocer el resto del mundo con mi familia.
Y Bambi quiere seguir soñando, porque todo lo que vivió en lo que va del año le parece un sueño, una fantasía. A este chico que todavía no terminó sus estudios le falta mucho por vivir y por disfrutar haciendo lo que más le gusta: divertirse en una cancha jugando al vóley. Trabajo y compromiso no le falta, y ganas mucho menos.