VIVIANA GONZÁLEZ LOCICERO
Una carrera efímera
(Por Alejandro González) Viviana González Locicero tuvo su mayor auge como jugadora profesional a principios del 70 comenzó su carrera como tenista y paradójicamente a fines de la misma decidió retirarse de las competencias. Su estilo particular de juego la convirtió en una de las más destacadas del país por su agresividad y potencia, algo que fue fruto de un entrenamiento particular que le brindó su abuelo, Felipe Locicero, quien también fue el primer entrenador de Guillermo Vilas.
- ¿Qué recordás de tus primeros entrenamientos?
- Eran muy fuertes, mi abuelo trabajaba mucho en la parte física, le daba mucha importancia a la resistencia. Nos dejaba horas peloteando contra la pared, buscaba la perfección y todo lo que no había nacido en vos él te lo enseñaba hasta en cansancio. Me costó mucho adaptarme a esa rutina porque era muy chica cuando empecé con esos entrenamientos.
- ¿Qué edad tenías cuando empezaste?
- A los 15 años me fui a Mar del Plata. Yo entrenaba antes acá pero no tenía nada que ver con ese tipo de entrenamientos. Mi abuelo vivía allá, en el club Náutico de Mar del Plata y cuando decidí dedicarme al tenis me llamó y me fui. Era muy chica, fue muy difícil alejarme de mi familia a esa edad que es cuando más los necesitas pero de todas maneras venían muy seguido a visitarme, principalmente en las vacaciones.
- Compartiste entrenamientos con Vilas.
- Sí, porque mi abuelo fue su primer entrenador y a veces nos hacía entrenar juntos. Por eso yo tenía un juego muy diferente a las otras chicas porque estaba muy acostumbrada a practicar con hombres y eso me sirvió mucho. Guillermo entrenaba muchísimo, no era muy talentoso cuando empezaba por eso es que sus entrenamientos eran muy fuertes. Mi abuelo lo hacía pasar horas y horas contra la pared trabajando y corrigiendo errores. Nunca me voy a olvidar de que antes de empezar un partido nos hacía estar tres horas jugando al frontón.
- Llegaste a los 15 años y en poco tiempo empezaron los viajes.
- Fue todo muy rápido pero antes de llegar a Mar Del Plata ya había viajado, cuando tenía 12 años, para jugar un torneo en Brasil que se llamaba Banana Bowl, tres años después lo jugué de vuelta y lo volví a ganar.
- ¿Qué otros torneos conseguiste por esos años?
- En el 70, 73, 75 y 77 gané los torneos de Banana Bowl, el primero que gané tenía 12 años. A los 17, en 1975 llegue a semifinales de Rolando Garros y ya había salido campeona argentina en Infantiles, Menores y Juniors. También dos veces campeona sudamericana.
- ¿Cómo dejaste la actividad?
- Todo fue muy rápido y apresurado en mi vida. A los 21 años me casé y poco tiempo después nació mi hija. En ese momento tomé la decisión de dejar de competir en forma profesional, si bien no había dejado la competencia completamente. Pero cuando nació mi segundo hijo sí dejé todo y me dediqué únicamente a la enseñanza.
- ¿Cuál fue el motivo de la decisión?
- El tema de viajar constantemente de un lado para otro en aquellos tiempos me complicaba demasiado y no quería mover tanto a mis hijos que eran muy chicos. Creo que ese fue el principal motivo.
- ¿Qué torneos disputaste antes de dejar completamente el tenis?
- En el 83 gané el Campeonato Argentino de Interclubes, que se jugó en la cancha de River, y también estuve en los Juegos Panamericanos de Venezuela.
Sin duda que en su corta carrera como profesional, la rosarina asomaba como una jugadora con mucho potencial para el futuro del tenis femenino del país. Justo antes de la aparición de la mejor jugadora de todos los tiempos, Gabriela Sabatini, con quién se enfrentó y venció en uno de sus últimos torneos en el año 1983. Sin embargo, poco tiempo después de haber conseguido dichos títulos y de haberse transformado en una revelación en el mundo de este deporte, decidió alejarse de las competencias internacionales por cuestiones personales. Hoy sigue dedicada al deporte pero como entrenadora y dando clases en el club Oxígeno.