IVAR GERARDO STAFUZA
El cuento por el personaje
(Por Angelo Lazzaretti) Ivar Gerardo Stafuza jugó en la primera división de Boca Juniors durante diez años y está en la lista de jugadores con más partidos oficiales disputados con esa camiseta. El tiempo que le tocó en el club de la Ribera fue caótico, la institución estaba envuelta en una pésima situación económica y la ausencia de títulos no aportaba nada positivo. Veinte años después, el ex jugador cuenta cómo se vivían aquellos tiempos en los que la pelota mantenía una distancia considerable con la moneda, y la camiseta se miraba antes de irse a jugar al exterior.
Ivar Stafuza nació en Reconquista, al norte de la provincia de Santa Fe, el 5 de septiembre de 1961. Veinte años más tarde debutaba en la Primera de Boca. Los primeros años de un jugador nacido en el mal llamado “interior del país”, suelen ser complicados cuando llega el momento de la separación de la familia y amigos. Los viajes, las primeras pruebas, el apoyo de la familia y el debut, en una extensa entrevista con la revista de Deportea.
- ¿A qué edad dejaste Reconquista?
- Me fui a los trece años. La oportunidad se dio casualmente. Mi padre era futbolero, me dirigía en equipos de baby fútbol, ni siquiera he jugado en ninguna liga de Reconquista. Simplemente en equipos comerciales.
- ¿Y cómo llegaste a hacer una prueba en Boca?
- Como habíamos salido campeones y mi padre era el técnico, nos dio como regalo a mí y a otros tres chicos, que éramos muy amigos, hacer un viaje a Buenos Aires. Casualmente, mi viejo no sabía dónde llevarnos, entonces nos preguntó si nos queríamos probar en Boca. ¿Te imaginás? Teníamos 12 años. Mi papá empezó a buscar cómo hacer, fuimos a La Candela. Era final de diciembre, antes de las fiestas. Mi papá le lloró la carta para que nos probaran porque éramos del interior y había que sacar turno. Nos probaron, siguieron interesados y nos dijeron que teníamos que volver en marzo a otra prueba. Todos pensaban que no íbamos a quedar y dos de nosotros quedamos.
- ¿Te acordás quién te hizo la prueba?
- Ernesto Grillo y Nano Gandulla, que trabajó mucho en las inferiores y también jugó en Boca.
- ¿En aquel momento las chances de probarse eran mayores? ¿Los clubes eran más accesibles que hoy?
- Pero era más difícil. Antes había muchos jugadores. En mi primera prueba había arriba de 800 chicos. Además había mejores, hoy la cuestión física es más importante, entonces es mas fácil quedar. Esto te lo digo porque hablé con gente que está trabajando en inferiores.
- ¿Cómo fueron las pruebas?
- Normalmente, las primeras dos o tres veces son partidos de pruebas con todos chicos nuevos. Después te cruzan con chicos que ya juegan en el club para ver el nivel en que uno está. Si uno hace una buena prueba, queda. Son todas prácticas de fútbol. En la primera me probaron sólo 15 minutos. Lo que se ve es la técnica, cómo parás la pelota, cómo te ubicás dentro de la cancha.
- ¿Cómo te enteraste que habías quedado en Boca?
- Cuando volvimos de la prueba de febrero, donde ya jugamos un poco más y fue más difícil. En mi caso, automáticamente dijeron que tenía que ficharme.
- ¿Cómo lo tomó tu padre?
- Fue difícil, porque era una idea suya, mi vieja no sabía nada. Le costó la decisión pero nos preguntó qué queríamos hacer nosotros, éramos dos los que habíamos quedado. Obviamente, los dos queríamos jugar. Teníamos 12 años. Así que enseguida nos fuimos porque en marzo había que empezar el colegio.
- ¿Y cómo fue la llegada al club y el recibimiento de los chicos?
- Yo empecé en novena división, que era todo un grupo nuevo, más allá de algunos que ya estaban de antes, pero eran cinco o seis nomás. Entonces no fue tan complicado.
- ¿Alguno de esos chicos llegó a Primera?
- No, sólo Claudio Distra, que jugó algunos partidos en Primera y también en el extranjero. No llegaron muchos chicos de mi categoría.
Boca venía de ser campeón con Diego Maradona a la cabeza y como principal exponente. Sin embargo, la situación económica de Boca era muy mala y los ochenta no fueron prósperos. Martín Noel, Domingo Corigliano, Federico Polak y finalmente Antonio Alegre fueron los presidentes que el club tuvo durante la carrera de Stafuza. El hombre del norte de Santa Fe tiene 228 partidos oficiales con la camiseta de Boca y 8 goles.
- ¿Qué recordás del debut?
- No recuerdo mucho, fue en el año 1982. El técnico era Carnero Faraone y de compañeros tenía al Loco Gatti, al gringo Berta, al uruguayo Morena, JJ. Lopez.
- En Boca se recuerda esta época como un tiempo difícil, con pocos títulos y con una situación económica muy diferente a la actual. ¿Cómo era la relación de los jugadores con la dirigencia? ¿Cómo se arreglaban los contratos?
- Fueron muchos años sin nada. En ese momento estuvimos 8 meses sin cobrar, fue un parto. Nos daban como para mantenernos, para la comida. Fue muy duro. Coincidió con un cambio de dirigencia. En ese tiempo se negoció el pase de Ruggeri y Gareca a River y Boca perdió mucho. No había ni plata para las camisetas. Recuerdo una oportunidad en que nosotros estábamos de paro y jugaban pibes de las inferiores, los números de las camisetas los pintaban con fibrón.
- ¿Cómo terminó el paro?
- Se decidió parar porque no se aguantaba más. Después hubo un convenio, se terminó yendo el presidente. Fue una época difícil.
- ¿Y la barra brava, con “El Abuelo” a la cabeza, qué rol cumplía?
- Ellos estaban de nuestro lado porque entendían la situación complicada que vivíamos los jugadores. Después la barra brava se sintió traicionada por el arreglo económico que hubo detrás de la venta de Ruggeri y Gareca, con Coppola a la cabeza. Coppola nos manejaba a casi todos los jugadores de Boca. También se inició una movida que apuntaba a que se vaya el presidente de ese momento, Corigliano. Hubo diferencias en el equipo, algunos que no querían arreglar y que apoyaban al grupo que entraría en caso de que cambiara la dirigencia. Fue un tiempo muy complicado políticamente. Corigliano se fue, entraron Alegre y Heller y las cosas se fueron recomponiendo. Después vino Macri y aún más, porque encima se le dieron muchos resultados.
- ¿Cómo fue tu salida de Boca?
- Mi salida no fue buena porque yo tenía una pelea con Heller que llevaba dos años. En todo momento, él buscaba la forma de limpiarme. Tuve la suerte de que los técnicos me bancaron. Hasta que decidí irme porque ya estaba cansado de las peleas. Me fui cuando llevábamos seis meses con Tabárez como técnico.
Después de Boca llegaron Banfield, Guaraní Antonio Franco de Formosa y el retiro. En Banfield un ascenso y la capitanía. En Guaraní, un proyecto de Carlos Roldán que no pudo llevarse a cabo completamente.
- ¿Como llegaste a Banfield?
- Alegre me citó y me dijo que Banfield tenía intenciones de quedarse con mi pase. Yo tenía una muy buena relación con Alegre y él quiso que todo saliera bien y que me puediera ir del club sin problemas, así que se negoció el pase y llegué a Banfield.
- ¿Quién era el técnico de Banfield?
- Carlos Babington. En el plantel estaba Diego Díaz, que jugaba de 9, en ese momento era actor, ahora es periodista. ¡Una risa!
- Fuiste capitán, estabas al mando del equipo.
- Pasa que yo era un jugador grande y por la experiencia se me tenía respeto. Éramos dos o tres experimentados, con Puentedura por ejemplo, que peleábamos los contratos y ese tipo de cosas. No estuve mucho, seis meses, pero pudimos ascender.
Ivar Stafuza tiene hoy cuatro hijos y trabaja de comerciante realizando bingos en la provincia de Santa Fe. El retiro fue, por supuesto, una situación complicada como para todo jugador. Con claridad explica lo difícil que es salir de ese mundo que abraza al jugador y lo aprieta tanto que no lo deja ver más allá. Y a su vez, marca lo más importante en la carrera de un deportista y lo que significa serlo durante toda la vida.
- ¿Cómo viviste el retiro?
- Es un caso para hacer libros. Es muy ingrata la carrera de jugador. Hoy sos una estrella y mañana no sos nadie. La competencia es permanente. Se compite con los contrarios, con tus compañeros, con los que la vienen remando y con lo que van llegando. A medida que vas pasando las categorías, la mente se te va cerrando en el fútbol. El jugador piensa que el fútbol es lo único que existe, por eso muchos jugadores no terminaron bien, por lo menos de mi época.
- ¿Es por eso que es una constante que los jugadores digan que disfrutan sus últimos años de carrera? Como diciendo que los primeros años son complicados.
- Cuesta disfrutar. Igualmente el fútbol cambió. Hoy, el jugador juega para triunfar y para salvarse económicamente. Por eso hoy están muy poco tiempo jugando en el país. La economía cambió entonces se tienen otras cosas para pensar. Antes, estar en Boca o River era lo máximo, y se amaba la camiseta. Hoy se va a River o Boca para después irse al exterior. Y esa termina siendo la forma de llegar a la Selección Nacional.
- ¿Es muy importante la contención cuando uno es chico?
- Es lo más importante. Es muy difícil el despegue de la familia, de los amigos, de la novia. El primer año es el más difícil, sobre todo para chicos del interior. Después del primer año se abren otras cosas. Empezás a tener amigos y así familias que te invitan a comer y ese tipo de cosas. Conocés gente nueva y así te vas acostumbrando. Hoy la comunicación ayuda en este tema, antes era más complicado.
Para cerrar, Ivar Stafuza tiene una historia particular con el fútbol rosarino, enmarcada por la locura continua que se vive en la ciudad donde el fanatismo tiene pocos colores pero mucha pasión: "El año que Central se fue al descenso jugamos en cancha de Huracán. Central venía muy mal y yo tuve la oportunidad de patear un tiro libre e hice el gol. Y hace un par de años, en una oportunidad me llamaron por teléfono y me querían invitar a una fiesta de Newell´s, yo no entendía nada, era todo medio misterioso. No me querían contar bien qué iban a hacer y me citaron en un hotel. Fui y ahí me explicaron todo y me invitaron a una fiesta que conmemoraron el descenso de Central. Me premiaron, me dieron diplomas, placas, al otro día salió en todos los medios, yo no entendía nada. Estaba Alfaro también y le decía '¿Qué hago aca?', y Alfaro me decía 'Y bueno, ahora ya está'. Y me tiraban para arriba y cantaban. Me trataron como a un héroe (risas).