UNA CARRERA SIN FIN
Augusto Tramanone,
de piloto a preparador
Fiel al mandato familiar, el joven santafesino se bajó de la moto
pero, lejos de colgar los guantes, sigue alimentando su pasión
(Por Florencia Salvucci) Son muchos los que consideran al motociclismo simplemente como un pasatiempo. Otros, como un deporte, una profesión o quizás un trabajo. Pero para este joven oriundo de Las Parejas, provincia de Santa Fe, el motociclismo es mucho más que eso. Para Augusto Tramanone, el deporte de las dos ruedas es una pasión inagotable, un estilo de vida que heredó por mandato familiar, que lo enorgullece y hace feliz. Hoy a sus 27 años, el ex piloto devenido en preparador reconoció que a pesar de todos los obstáculos que tuvo que sortear para poder avanzar y seguir en carrera, está orgulloso de hacer lo que hace y más trabajando al lado del hombre que fundó en él el amor por las motos: Víctor, su papá. “Más no puedo pedir”, aseguró.
- ¿Cómo nace tu pasión por la moto?
- Es con lo que uno convivió desde chico. Mi viejo tiene 53 años y hace más de 37 que está en el tema, yo nací prácticamente en el taller, entre las dos ruedas, siempre engrasado y demás. El motociclismo es algo que me apasiona, algo que llevo muy adentro, siempre me interesó aprender a manejar una moto, me encanta la velocidad y es por eso que elegí practicarlo.
- Tus primeros pasos fueron a bordo de una Alpino 75 diseñada por tu papá. ¿Qué fue lo que vino después?
- Era magnífica esa motito, tenía 4 años cuando mi viejo la terminó. El chasis era íntegramente casero y las ruedas de karting, con eso arranqué. Después compramos una Del Viso, que recién estaban saliendo al mercado, eran lo más parecido a una cross.
- ¿Cómo fueron tus primeras competencias a nivel profesional?
- Arranqué a competir en serio en el Campeonato Argentino de Motociclismo, como para agarrarle bien la mano. Me acuerdo que empecé a mitad del campeonato con una Puma que también me había hecho mi viejo. Esa moto tenía toda la tecnología: suspensión hidráulica delantera regulable, el eje de la rueda trasera con excéntrico, es decir, no le sacaba la rueda para cambiarle la corona, tenía cromados por todos lados, era genial esa Puma, inigualable. Después de ahí pasé derecho a la categoría escuela y me fue bastante bien, salí en varias oportunidades campeón y subcampeón. Pero al año siguiente el tema económico nos jugó una mala pasada y tuvimos que abandonar.
- Si bien tuviste que dejar el campeonato que venías liderando, al poco tiempo retornaste corriendo en la categoría 125 Nacional. ¿Cómo lo viviste?
- La verdad que me encantaba la categoría, la moto que se utiliza es muy difícil de pilotear y no es para cualquiera, los motores son muy difíciles de llevar. Acá no tenés nada de tecnología en comparación con la categoría 125 Internacional, es todo más manual y por eso me encanta, porque es muy competitiva y complicada.
- ¿Cuál es tu mejor recuerdo arriba de una moto?
- Hay miles de momentos y anécdotas que sin dudas me hicieron muy feliz dentro de un circuito, pero creo que más allá de las victorias, los campeonatos y los buenos o malos resultados, lo mejor de todo es que siempre lo pude compartir con mi familia, con mis viejos y mis hermanos que siempre me apoyaron. De hecho, mi hermano menor es piloto. Sin dudas esos son mis mejores recuerdos.
- Dentro de los momentos negativos, ¿cuál fue el que más te marcó?
- El momento del abandono fue uno de los peores de mi vida. Creo que no se compara ni con la peor carrera, ni con la más terrible de las caídas, con nada. La amargura que uno siente por no correr no se compara con nada y, en esos momentos, ver la moto parada en el taller fue terrible para mí. Por suerte sigo ligado a esto y hago lo que me gusta a la par de mi viejo. Más no puedo pedir.
- ¿Creés que cuando uno es piloto compite contra uno mismo, al margen de todo lo que lo rodea?
- Creo que sí. Es una lucha constante que uno tiene consigo mismo y con su propia moto en busca de la autosuperación. Uno siempre trata de hacer y de poner lo mejor que tiene, por eso es necesario entrenar muchísimo. Prácticamente hay que vivir para esto y dedicarse a full el mayor tiempo posible, más teniendo en cuenta que la vida del piloto en la actividad es muy corta.
- Ahora te encontrás en una nueva etapa de tu carrera, dejaste el papel de piloto y te dedicas a la preparación, ¿qué se siente saber que la mayoría de las motos tienen el sello de tu familia?
- Es muy gratificante saber que la gente confía en lo que uno hace. Desde hace un par de años mi papá, en conjunto con Federico Verardo y Valdi Caballero, dos preparadores destacados del ambiente, idearon un chasis que tuvo muy buenos resultados y mucha repercusión, lo cual hizo que al poco tiempo la mayoría de los pilotos del CAM lo utilizaran. Sin dudas esto es una muestra de reconocimiento al empeño y la dedicación que uno le pone al trabajo. Esas son las cosas que te llenan de orgullo y que te indican que el esfuerzo valió la pena.
- Teniendo en cuenta que el papel del preparador es un eslabón muy importante dentro de esta actividad, ¿cómo hacés para lidiar con tanta responsabilidad?
- Si bien es un trabajo duro y hasta por momentos complicado, quizás el hecho de que uno haya sido piloto te otorga un plus extra porque ya sabés las cosas que hay dentro de un circuito, cómo hay que manejarse y las limitaciones y posibilidades con la que cada uno cuenta. Sin embargo, soy de los que piensan que además de tener un buen chasis y un buen preparador, hacen falta un buen piloto y una dosis de suerte.
- Si tuvieras que darle un consejo a un chico que recién se está iniciando, ¿qué le dirías?
- Que no queme etapas y que disfrute corriendo. Lo ideal sería que aprenda a pilotear una moto de chiquito pero que recién se inicie en las competencias, mínimo, a partir de los 15 años. Cuando uno es chico las cosas las hace sin conocimiento, casi por instinto, por eso lo ideal sería ir introduciéndolos de a poco en el deporte, brindándoles todas las herramientas posibles para que tengan un buen desarrollo y alejándolos de cualquier tipo de presión. A esa edad lo importante es que lo disfruten, porque cuando uno deja de divertirse con lo que hace difícilmente se pueda avanzar.
- Si bien el motociclismo ha evolucionado demasiado, son muchos los que piensan que quienes lo practican están locos. ¿Coincidís?
- Para nada. Hay mucha gente que, a mi entender, tiene una visión un tanto equivocada con respecto a la actividad. Yo soy de los que creen que en la vida, para todo, tenés que estar un poco loco. Desde un primer momento uno es consciente y sabe perfectamente a lo que se expone, el que gana es el más tolerante, el más vivo, el de mayor temperamento, no el loco. Será que yo nací con esto, me crié así y por eso lo veo con tanta naturalidad. Qué sé yo, a mí me gusta ser así, amo lo que hago y disfruto de compartirlo con mi viejo, más no puedo pedir. A pesar de todo, es algo que volvería elegir una y mil veces.