09 mayo 2011

Entretelones en el Autódromo rosarino

La verdad del problema
en el Juan M. Fangio
El autódromo de Rosario será sede de un evento muy importante
en octubre, pero las trabas políticas y vecinales no paran

(Por Mauro Calandria) El Autódromo Municipal Juan Manuel Fangio de Rosario revivirá en octubre pero las trabas políticas y económicas que pasaron a lo largo de los años, casi lo destruyen por completo. La intendencia de Miguel Lifschitz realizará las obras que hace desde que, el también socialista, Hermes Binner era intendente que se vienen prometiendo. Todo esto se hace para frenar los embates de Jorge Boasso, el precandidato a intendente más fuerte de la oposición a la socialista Mónica Fein.

 La actualidad del predio lo tiene ubicado en su plaza original, cuando en 1962 se donaron los terrenos para el único fin de autódromo. El trazado actual, tiene 2590 metros y hay una variante de 1400 metros, que fue asfaltada en 1982. En aquella época, estaba rodeado por el Bosque de los Constituyentes, la avenida Jorge Newbery y por el arroyo Ludueña.
 Pero en la década del 90, muchos vecinos decidieron comenzar a poblar la zona, ya que siempre fueron terrenos económicos por su inundabilidad y además porque hay construido un circuito. “Soy un ciudadano común, que luego de trabajar casi toda mi vida junté plata que me permitió comprar un terreno en el barrio Hostal del Sol y luego me construí una casa”, explicó Juan Carlos Myszko, ingeniero y vecino desde 2005 de un barrio abierto ubicado entre el circuito y el aeropuerto. No hace falta aclarar que el trazado rosarino tuvo actividad muchos años antes y ya se sabían las consecuencias que puede traer instalarse allí cerca.
 Entonces vecinos como Myszko, en su mayoría gente adinerada, lograron realizar countries y barrios de alto poder adquisitivo, gracias a los bajos precios de la zona. Pero luego de todo eso, una minoría de ellos quiere que el autódromo se cierre para seguir edificando y que el valor de sus terrenos suba considerablemente.
 Respecto de las obras que se concluirán antes de octubre, cuando el TC2000, Fórmula Renault 2.0 y Fórmula 3 Sudamericana visiten Rosario, Myszko aseveró: “Por supuesto que hicimos juicios y todo lo que estuvo a nuestro alcance para respaldar nuestros derechos como ciudadanos que merecen una vida digna”. Lo que este vecino no entiende aparentemente, es que vivir del automovilismo también es digno y que en 2009, cuando se lo dejó prácticamente sin actividad, 200 familias se quedaron sin el pan en la mesa por culpa de los injustos reclamos de ese grupo de ciudadanos. En vez de pedir las obras que necesita la zona, piden remover un predio que generará millones de pesos a la ciudad. Parece ilógico.
 Durante más de diez años la gente que se instaló cerca del Juan Manuel Fangio intentó erradicarlo, sin darle una solución a la gente que trabajaba allí. Y tampoco buscaron una salida para los barrios carenciados de la zona, que no tienen cloacas ni seguridad por ejemplo. Hay villas miseria allí cerca y a ellos no los tienen en cuenta.
 Daniel Perriard, periodista especializado en automovilismo de hace más de veinte años y que conoció el circuito desde sus inicios, manifestó: “Cuando se asfaltó el autódromo, sólo se veía el puente del arroyo Ludueña. Por lo cual todos los que fueron a vivir allí sabían que estaba este predio deportivo”. Por otro lado, sobre el tema de los reclamos vecinales, el notero radial de Carburando afirmó que “si los vecinos quieren apoyar a los barrios linderos al circuito y realizar obras de crecimiento para la ciudad, deberían reclamar a los políticos casas para las poblaciones que están en asentamientos irregulares en vez de planificar más barrios privados”.
El piloto zonal y ex nacional Fabián Svegliati, ahora también presidente de las Categorías Agrupadas Federadas, expresó: “Todos los autódromos los hicieron las provincias, las municipalidades y después se concesionaron”. Estrictamente sobre el caso de Rosario, Svegliati apuntó: “Nosotros corremos actualmente en Villa Constitución. También estamos muy agradecidos con la gente de Baradero, que nos ayuda de manera increíble. De todas maneras no me gusta tener que salir de la provincia cuando la mayoría de los pilotos son rosarinos. Creo que Rosario nos quitó el setenta por ciento del crecimiento y a su vez le sacó la fuente de trabajo a mucha gente”.
 Si bien lo dicho es muy claro y contundente, el señor Miguel Lifschitz, actual intendente rosarino, estuvo varios años en contra del buen negocio que significa tener un autódromo. Svegliati dice que “la municipalidad es la que tiene que decidir si se hacen o no las obras”, y dio en el clavo. Desde septiembre de 2010, se empezó a trabajar seriamente con Miguel Siryi, presidente de la Empresa del Estado Municipal Autódromo Juan Manuel Fangio de Rosario, y se asesoró como nunca antes nadie lo había hecho para hacer las remodelaciones necesarias. Se hicieron las pruebas sonoras para no molestar a los vecinos, y dieron bien, se hizo la planificación de hidráulica, para evitar desbordes del arroyo Ludueña, y todo fue aprobado por Diego Mesa, inspector de circuitos de la Comisión Deportiva Automovilística del Automóvil Club Argentino.
 Pero cuando se encaminó todo, aparecieron denuncias con falta de criterios que comenzaron a trabar todo otra vez a principios del 2011. El precandidato a intendente por el radicalismo, Jorge Boasso, se asoció al abogado Rodrigo Pujol, perteneciente a la Fundación Libertad, y avivaron a los vecinos a presentar denuncias que en su mayoría fueron desestimadas por las distintas instancias judiciales. Todo estaba firmado por el político y el colegiado.
Posteriormente, un grupo de pilotos, preparadores, periodistas y gente vinculada al automovilismo visitó el Concejo para que se dieran explicaciones por lo sucedido, y todos los presidentes de bloque opositores escucharon atentamente la situación, menos Boasso, quien se retiró a los gritos, interrumpiendo las palabras de un ingeniero becado en Japón por el tema autódromos. Antes de pegar el portazo, el precandidato a la intendencia por el Frente Progresista exclamó: “Si me votan les hago el callejero el año que viene”. Esta frase desafortunada no ayuda más que a corroborar los intereses económicos por sobre los de la salud de los vecinos. Un callejero es nocivo para los vecinos a los cuales los autos de competición les circularían por el frente de sus casas, a diferencia de un autódromo, preparado para generar millones de pesos durante los 365 días del año en vez de hacerlo sólo tres días por temporada, como ocurre en Santa Fe.
 “Mucha gente de poder y de dinero vive en la zona del circuito, y parece que eso pesa más que el sentido común. Sin ir más lejos, Mario Segovia, el famoso “Rey de la Efedrina”, y el político Agustín Rossi entre otros, son gente pesada que siempre estuvo en contra del autódromo y tienen residencias allí. El Partido Socialista en Rosario quedará bien con el pueblo si se hace el autódromo, pero tampoco son santos devotos por el automovilismo. Hace desde que Hermes Binner era intendente, que se prometieron obras que nunca se hicieron”, detalló Vanessa Perretta, activista a favor el autódromo desde hace años.
 Ahora el circuito se remodelará porque se vienen las elecciones y además vieron que realmente el automovilismo es el deporte que más convocatoria tiene después del fútbol, y que también genera más dinero que un mundial de hockey, un Argentina-Brasil bochornoso o un certamen juvenil de rugby. Aunque la verdad es que hay una guerra política por las elecciones y el Autódromo Juan Manuel Fangio de Rosario está en el medio del litigio, y no es un problema nuevo.