17 mayo 2011

Torneo de karting en Rosario

Pasión por los motores
que abarca multitudes
Personas de distintas edades se subieron a los kartings para
disfrutar de una noche a pura adrenalina en el Indoor Kart

(Por Nicolás Gabetta) El rugir de los motores ya se percibía desde la esquina de la calle Anchorena, en la zona sur de Rosario, y a medida que nos acercábamos hacia el lugar, el sonido era aún más fuerte. Al ingresar, un ambiente fierrero se hizo presente. La pista impecable, los cascos brillantes colgados de un andarivel aguardando ser utilizados por los corredores, las distintas banderas acomodas para señalizar cualquier incidente que se pueda producir. Todo daba a relucir que iba a ser una noche de muchísima acción.
Una hora antes y preparándose para la competencia, el organizador del torneo probaba los kartings para tener la certeza de que todos anduvieran a la misma velocidad y no darle ventaja a ningún corredor sobre otro. “Mira que tienen motores nuevos, eh”, expresó mientras se bajaba e iba a chequear los tiempos para asegurarse de que todos tuvieran el mismo ritmo. Mientras tanto, en el sector de boxes le hacían los últimos retoques al karting número 5 que parecía tener problemas.

A un costado de la pista estaba la cantina. Demostrando que no todo era pura competencia, la chica ofrecía choripanes, panchos y pizzas para que los pilotos puedan compartir una comida mientras esperaban su turno de correr.
La hora pautada empezó a acercarse y comenzaron a llegar los pilotos. No sólo quedó demostrado la gran cantidad de gente a la que le apasiona la actividad, sino también que abarca todas las edades. Desde adolescentes hasta personas de mayor edad se hacían presentes en el Rosario Indoor Kart para competir.
Muchos llevaban sus propios cascos decorados para brindar una imagen, tener más comodidad y no tener que utilizar los del lugar. Otros portaban guantes y hasta buzos antiflama de sus pilotos favoritos, tratando de emular y sentirse campeones de Fórmula 1 al menos por unos minutos. La certeza era que absolutamente todos, de alguna manera u otra, buscaban sentarse en una butaca para escapar por un momento de la rutina y disfrutar de una competencia que los aleja de la realidad.
A las 8 en punto comenzó la inscripción, mientras los mecánicos colocaban los kartings en la recta del circuito para exhibirlos a quienes llegaban. No importaba si los pilotos tenían 15 años o 60, o si pesaban 50 o 120 kg. Todos gozaban de su lugar para correr dentro de las 5 categorías que había delineado el organizador.
Cuando ya estaba todo preparado y no faltaba nadie por inscribirse, llegó el momento de competir. “Vamos a ir llamando distintas categorías, van a ir entrando a la pista para dar 5 vueltas de clasificación cada uno y depende de como se ubiquen en los tiempos pasaran a correr las series”, expresó el dueño de la pista. Los novatos de menos de 80 kg fueron los primeros. Antes de comenzar, todos pasaron por un sorteo para saber a que karting se iban a subir.
La luz del semáforo cambió a verde y se largó nomás. Los pilotos aceleraban a fondo en todo el circuito tratando de hacer el mejor registro y quedar bien posicionados para largar en los primeros lugares de las series finales, mientras a un costado los que estaban esperando para entrar comentaban cuales eran las distintas opciones para tomar la tercera curva, que era la más difícil del circuito. Al concluir las vueltas de clasificación, los que salían de la pista se acercaban hacia la pizarra donde se inscribían los tiempos que habían realizado cada uno. “Buen nivel”, dijo uno que pasó, sorprendido por lo que marcaban los relojes. La paridad era increíble, solamente milésimas diferenciaban a uno de otro.
Así fueron pasando las categorías, hasta que comenzó la hora de correr las series finales. Ya todos conocían su lugar en la grilla de partida. “Los tres primeros de cada serie pasan a la final de la semana que viene, el resto correrá un repechaje”, dijo el organizador. Ahí llegó la hora de la verdad. Las carreras eran apasionantes, había toques, sobrepasos e impecables demostraciones de manejo. Pese a que sabían que el objetivo era divertirse, todos querían ganar.
Luego llegó el susto de la noche. El karting número 2 pasó de largo en una curva y se fue derecho contra la pared. Por suerte, la seguridad del vehículo fue más efectiva que el impacto y el corredor no sufrió ninguna herida. Pese a que el conductor abandonó, la competencia siguió normalmente.
Así concluyó la jornada. Algunos terminaron contentos por haberse clasificado a las finales, otros desilusionados por los resultados pero conformes de haber disfrutado de una noche distinta a las demás y sabiendo que tendrán revancha en la próxima competencia. La organización fue un éxito y todos se sintieron conformes de poder derrochar su talento en la pista. Sebastian Vettel demuestra lo que sabe alrededor del mundo, los rosarinos lo hacen en el Indoor Kart.