27 junio 2011

Entrevista a Jorgelina Cravero

La vida de una tenista:
Jorgi Cravero habla del
mundo de la raqueta

(Por Daniela Yamuni) Jorgelina Cravero hizo un repaso de su carrera en el tenis, que la llevó, entre otras cosas, a disputar grand slams, a representar a la Argentina en la Copa Fed y a jugar en la cancha central de Wimbledon frente a Justin Henin en 2007. La tenista cordobesa recuerda con alegría los mejores momentos de una vida dedicada al tenis y analiza la actualidad del deporte blanco femenino en el país.


Desde que empezaste a jugar, ¿En qué momento supiste que querías hacer del tenis tu vida y ser profesional?
Creo que de a poco, cuando jugué 14, 16, jugué muchos torneos afuera y me fue bien, creo que esa fue la base para los 17 o 18 decidir que quería seguir con esto. Se fueron dando las cosas, no es que lo fui buscando y que a los 12 años dije “quiero ser profesional”, creo que una cosa fue llevando a la otra.
Al empezar de tan chica, ¿Qué fue lo que más te dio el tenis y lo que más te quitó de tu vida personal?
En cuanto a lo que me quitó, estaba siempre lejos de casa, tenía lejos a mis amigos, si bien fui a la escuela normal faltaba un montón, y eso también complica un poco la convivencia con los chicos, pero tuve un lindo grupo y gracias a mis amigos no lo sentí tanto. Ahora, lo que más medio, me dio mucho. Conocés muchas cosas, lugares nuevos, gente nueva, te haces amigos, te hacés contactos, creo que hay muchas cosas que el tenis te va dando, incluso un poco de madurez porque todo me lo manejaba yo sola. Creo que en la balanza son más las cosas que te da que las que te quita, pero cuando una es chica quizás lo siente un poco más.

¿Hubo algún momento puntual de tu carrera en el que sentiste que tanto esfuerzo había valido la pena?
Creo que representar a la Argentina era un reconocimiento lindo, estar en ese grupito selecto implicaba que las cosas las estaba haciendo bien, y después creo que fue la época en la que pude jugar los Grand Slams, que es lo que una sueña de chiquita.

Y en relación a los Grand Slams, ¿Cómo describirías entrar a la cancha central de Wimbledon y enfrenar a la número uno del mundo?
Es único, sentí muchos nervios. Tenía ganas de estar mucho tiempo ahí y a la vez querer irme rápido, medio raro pero feliz. Sí hubiera preferido que me tocara un poco más adelante porque en ese momento me sentía muy bien, sobretodo jugando en césped, pero lo disfruté, obviamente que tenía muchos nervios pero creo que va a ser algo bueno para contarles a mis hijos el día de mañana.

Recién hablabas de un grupo selecto de jugadoras que representaban al país ¿Qué pensás que le falta al tenis femenino de Argentina para dar ese salto de calidad?
Creo que en principio se tienen que ver la cantidad de torneos que hay, si hubiera más competencia ayudaría mucho a que todos igualen para arriba, pero al haber visto un poco de lo que hacen las chicas durante la semana una se da cuenta de que muchas de las chicas no entrenan o no vienen para dedicarse al tenis profesionalmente. Es cierto que muchas son muy chicas, pero es donde se empieza. Por lo que yo vi es que tampoco muchas jugadoras hicieron las cosas como yo las hice en mi momento, y te lo digo yo que no fui top 100, pero creo que relativamente para el nivel que yo tenía las cosas las hacía bien. Incluso hasta el día de hoy estando retirada tengo mi rutina, mi forma de hacer las cosas, mi manera de entrar en calor, de entrenar, y eso hoy no se ve en las chicas, entonces creo que les falta un poco de orden y un poco de amor propio también.

¿Crees que el auge del hockey le ha quitado terreno al tenis femenino y ha disminuido el número de chicas?
No creo que una cosa le quite a la otra. Creo que el hecho de que a Las Leonas les vaya bien, y que haya un referente ayuda mucho, al igual que los chicos, que hay más cantidad. Pero creo que hay una buena cantidad de chicas, si te ponés a ver hay torneos que se están jugando de forma simultánea, en otros lados de Sudamérica, acá en Rosario. Hay chicas, pero me parece que pasa por la cantidad de chicas que hagan las cosas bien. Hay cantidad pero no hay calidad.