La historia de un Pato
al que le gustaba
volar en las carreras
(Por Francisco Soler Keller) El automovilismo en Argentina es una de las pasiones más grandes de sus habitantes. Con poco más de 70 años de actividad, los fanáticos han tenido que optar por cuatro marcas. Las más populares son Ford y Chevrolet, que tienen más entusiastas que las escuadras de Torino y Dodge, que son las que menos títulos han cosechado en la historia.
Además, a lo largo de los años muchos pilotos se fueron identificando con una marca en especial, como es el caso de los hermanos Gálvez (ambos familiarizados con la marca del óvalo), Juan Manuel Fangio y Guillermo Ortelli (Chevrolet), Rubén Di Palma (Torino), Roberto Mouras y Antonio Aventín (Dodge).
Un piloto que ha tenido una gran aceptación por la gente del Moño fue Osvaldo “Pato” Moreesi, quien a pesar de no haber cosechado un título con Chevrolet le bastó un subcampeonato para ponerse a los fanáticos de la marca en el bolsillo. Seguramente se deba a que sólo corrió con esa marca.
“El fanatismo de Osvaldo por los motores nació de pequeño cuando le regalaron una pista de autos eléctricos, los que se manejan con un pulsador. Ya a los 9 años manejaba el camión que tenía mi padre, en una oportunidad mi papá se accidentó, quebrándose las dos muñecas, mi hermano tenía 13 años y lo reemplazó en el manejo del camión, por supuesto mi padre siempre estaba al lado”, rememora su hermana Olga sobre los inicios de su hermano al volante.
Como corresponde, y como la mayoría de los pilotos importantes nacionales e internacionales, sus inicios en el mundo de los fierros fue con los karting. Sus primeros pasos los realizó en el campeonato nocturno de verano, que se realizaba en la zona de Salto, Baradero, Ramallo, Villa Ramallo y San Nicolás.
“Al Pato fue al primero que le picó el asunto de correr y armó el primer karting. En ese momento Osvaldo trabajaba con el padre, yo estudiaba en Buenos Aires y en cada viaje le traía los repuestos que en San Pedro no conseguía. Armaba el karting hasta altas horas de la noche para terminarlo, y el sábado a la tarde cortábamos la calle de su casa para probarlo. Girábamos tanto que el domingo cunado tenía que correr no arrancaba”, recuerda Osvaldo García, amigo de la infancia del corredor.
Con 22 años hizo su debut en el Turismo Nacional con un Fiat 128 IAVA, cumpliendo una aceptable actuación en el primer campeonato que corrió. Nueve temporadas realizó el sampedrino en el Turismo Nacional, donde conquistó un campeonato en 1978, el cual sería el único título deportivo en su carrera. El campeonato de 1979-1980, en la cual defendía el título, no participó de la competencia debido a que el trabajo en su gomería de calle Mitre le demandaba mucho tiempo. Afortunadamente sólo apagó el motor por ese año.
En 1984 hace su debut en el Turismo Carretera cosechado en su primer carrera un segundo puesto, lo que era un inicio más que auspicioso. Los resultados que le siguieron no fueron tan buenos como el conseguido en el debut pero de todas maneras cumplió una aceptable tarea. Su mejor labor en el TC fue la realizada en el año 1991 subiendo al podio en seis de 14 carreras.
“El Pato siempre quería estar rodeado de gente, a lo mejor en una carrera llegábamos a ser 30 personas. Todos girábamos alrededor de él, ya desde chico tenía alma de líder, era tan humilde y bondadoso que el galpón nosotros lo usábamos desde para armar el karting hasta la camioneta del padre para ir a las carreras”, rememora García.
A principios de 1993 Osvaldo integró junto a Oscar Aventín, Cocho López, Oyhanart, Satriano, Ramos y Acuña la Misión Argentina en las 24 horas de Daytona. La actuación de los argentinos fue decorosa.
“Mamá quedate tranquila, pasan más desgracias en la ruta que en la carreras”, le decía Osvaldo a su madre cada vez que ésta le comentaba la preocupación que tenía por su actividad. Desafortunadamente en la tercera fecha del calendario de 1994 venía ganando la carrera, disputada en el semipermanente de La Plata, cuando sufrió un accidente similar al que se llevó la vida de Roberto Mouras (quien en sus últimos años se había identificado mucho con Chevrolet y le dejó una gran herencia al Pato, todos sus seguidores), que hizo detener la marcha del Chevrolet y trasformó en realidad ese gran temor que tenía la madre. Luego del accidente la carrera se detuvo con bandera roja y se declaró ganador post-mortem a Morresi que de esa trágica forma obtuvo su octava victoria en la categoría más importante del país.