AUTOMOVILISMO ROSARINO
Tarde a pura picada
en Lagos al 6800
El único circuito de picadas de la ciudad gana cada vez más
popularidad. Descripción de un domingo entre asado y motores
(Por Juan Pablo Falletti) Tarde hermosa en la zona sudoeste de ciudad de Rosario. El sol brilla esplendorosamente en este domingo atípico de agosto, que invita a las familias a distenderse un poco para dejar atrás la vorágine y el estrés de las obligaciones. Y un rugido de motores que atrae a toda la comunidad fierrera de la zona, como un señuelo imposible de rechazar. Se trata del circuito de picadas “Rosario”, ubicado en Ovidio Lagos al 6800 y que desde hace aproximadamente treinta años levanta la temperatura y adrenalina de muchos.
Pleno domingo al mediodía en la ciudad. La gente se arrima de a poco al circuito, y comienza a armarse su almuerzo propio bien cerca del trazado, pero sin perderse las primeras competencias. Casi todos tienen en la cabeza lo mismo: el asado. “Ya es una tradición comerse un chori o un asadito ni bien llegamos. Te juro que no me acuerdo de algún día en que no haya hecho esto”, dice un morocho de unos cuarenta años, que saborea un buen choripán mientras ve cómo los primeros automóviles están por arrancar con la actividad. A su izquierda, un joven de unos veinte años habla con su amigo de cara a lo que será su competencia del día, mientras recuerda algún episodio de la salida del sábado que dejó secuelas sobre su rostro. El muchacho, de apariencia sencilla, realiza los últimos ajustes sobre su Fiat 147, que da la sensación de tener varias jornadas de picadas arriba de su espalda (o, mejor dicho, sobre su chasis). “Hoy la rompemos papá. Que no te queden dudas”, le afirma a su compañero, que parece estar algo cansado de las fanfarroneadas de su amigo y lo escucha con desencanto.
Mientras tanto, la tarde avanza. Y el circuito se va llenando de participantes y espectadores curiosos atraídos por el rugir de los motores y por el olor a goma quemada. En la pista están por competir dos muchachos con motos Yamaha, y la expectativa aumenta progresivamente. Ambos se miran desafiantemente y aceleran con rabia, mientras esperan la señal para darle rienda suelta a sus motores. La indicación llega y por unos segundos la adrenalina invade los corazones de todos. Y luego, el momento de cruzar la meta. Los dos pilotos salen de la pista bromeando entre ellos, quizás por alguna apuesta realizada anteriormente, mientras uno de ellos se dirige a las gradas a saludar a algún familiar tal vez. El resultado termina siendo algo anecdótico aquí. Lo importante en este caso es competir, hacer experiencia.
El público va copando cada vez más las tribunas, y el entusiasmo va aumentando progresivamente. Contra el alambrado, dos pequeños que no llegan a los diez años de edad miran con asombro a un Fiat Uno que gana su competencia con holgura, mientras aplauden eufóricamente al triunfador. “Yo te dije que iba a ganar ése, yo sabía”, afirma uno de ellos, presumiendo de una especie de sexto sentido fierrero que hace presagiar que en un futuro no muy lejano va a ser un gran animador de competencias, pero desde el otro lado del alambre.
El sol no deja de brillar, y las picadas no cesan. Y el público se regocija por un momento ante lo que está presenciando, ya que entra en acción un auto emblema en el país: sale a la pista un Ford Falcon. Su propietario parece que ha sido amante de este modelo desde su infancia, ya que además de cuidarlo con recelo, lo tiene sencillamente impecable. Minutos después, y para no ser menos, entra en escena su gran rival histórico en el automovilismo nacional. Un joven ha decidido competir con su Chevrolet Chevy que denota el paso de los años. Igualmente da un muy buen espectáculo y es ovacionado por el público (en igual medida que el Falcon, para que nadie se ponga celoso).
La tarde va cayendo en el sudoeste rosarino. De a poco la gente va retomando el camino de vuelta a sus hogares. Y todos se van con mucha satisfacción, ya que fue una jornada fantástica de domingo, en donde el clima acompañó gratamente, y se vieron además muy buenas competencias. Quienes tuvieron la suerte de ganar se retiran con una mueca feliz. Y quienes no corrieron con la misma fortuna, saben que por delante hay una semana entera de preparación. Esta es la postal que ofrece cada fin de semana este circuito, que se presenta como una alternativa muy viable para el automovilismo zonal.