08 agosto 2011

Una historia de guantes

“Le metí un gancho en
la pera y lo tumbé”
Manuel Pereyra contó que supo derribar al campeón argentino
y sudamericano, Luis Federico Thompson, con una fuerte derecha.

(Por Javier Echezarreta) Manuel Ricardo Pereyra, de 85 años, fue un boxeador de destacadas actuaciones a lo largo de su trayectoria, tanto a nivel amateur como profesional. El oriundo de Zavalla fue reconocido por su característica forma de boxear, basada fundamentalmente en su constante predisposición para el ataque, que derivaba en combates que se definían en el golpe por golpe. “Yo era un peleador nato, siempre iba a pegar. Dicen que pegaba bastante fuerte. Cualquier mano que tiraba por ahí volteaba”, se definió el propio Manolo, sobrenombre utilizado por las personas más allegadas al ex pugilista.

A los 22 años se inició en el deporte como boxeador amateur y a lo largo de su carrera realizó múltiples combates en distintos lugares como Córdoba, Bahía Blanca, Mar del Plata, Uruguay y por supuesto también en el Estadio Norte perteneciente a su pueblo. Manolo fue, es y será siempre un apasionado por la actividad que ama desde que tiene uso de razón. “Nací con el boxeo adentro de mí y ya desde chiquito se notaba que era lo mío. A los 10 años me compré una bolsa arpillera y la llené de tierra, contra eso comencé a tirar mis primeros golpes. En esos tiempos yo ya era un peleador callejero, a veces peleaba hasta con dos o tres y casi nunca me fajaron”, explicó Pereyra.
Su pasión por el deporte lo llevó a que a los 15 años ya tuviera serias intenciones de poder iniciarse en el entrenamiento con profesores ligados a la actividad boxística, pero no le fue fácil conseguirlo: “En ese momento le pedí a un muchacho que me entrenara, pero me dijo que sólo me podía enseñar a hacer gimnasia”. De todas maneras, ese percance no pudo impedir que Manolo alcanzara su propósito. “Un día fui a un gimnasio por la mañana y no había nadie, no sabía que los boxeadores se entrenaban a la tarde. Yo era un chico fuerte que trabajaba en el tambo, volví al lugar y me encontré con el profesor, que me dijo que subiera al ring, así comencé”, manifestó Manolo, que además reveló que su primer gran instructor fue Eugenio Pereyra, quien a pesar de tener su mismo apellido no tenía ningún parentesco con el ex pugilista.
Como amateur, Pereyra disputó 33 peleas en la categoría mediano, de las cuales sólo empató en una ocasión y en las demás oportunidades se impuso casi siempre por nocaut. Entre algunos de sus combates más importantes recordó su última pelea como aficionado, en la cual derrotó por puntos en cinco rounds al campeón rosarino Roberto Carrizo. También mencionó una victoria frente a Ramón Ontivero, campeón del departamento de General López, y se manifestó acerca de otro combate realizado en Mar del Plata, que quedó en su memoria por lo injusto que él considera al resultado final de acuerdo a los méritos boxísticos personales realizados durante el encuentro. “Yo era un boxeador franco, pero me enfrenté con el campeón cordobés Alberto Villegas que era muy mañero y no me dejó pelear. Igualmente a mí me pareció que había ganado, pero dieron un empate”, declaró Pereyra.
Las lesiones son circunstancias a las que cualquier deportista debe estar predispuesto para afrontar de la mejor forma. A los 24 años Manolo tuvo un problema en la parte intercostal que perturbó también la zona cercana a uno de sus pulmones. “Eso me afectó muchísimo, porque estuve más de un año sin hacer actividad”, explicó. De todas formas, ese contratiempo no le impidió poder llegar a competir en el ámbito profesional, donde ganó algunas peleas, pero por descuidos propios de un boxeador no competitivo quizás no logró destacarse demasiado en ese nivel. “Pelee con el campeón cordobés Alberto Giduzzi en Pergamino. Yo había ido con mi novia y bueno… Cuando llegó el sexto round no daba más, estaba mirando qué iban hacer en mi rincón. No tenía más fuerzas, me temblaban las piernas”, deslizó entre risas. Igualmente aclaró: “Le gané por nocaut técnico en el séptimo round y esa semana fue unas de la mejores de mi vida”.
Pero sin lugar a dudas que uno de los hechos más trascendente de su carrera, y que mejores recuerdos le trae a Pereyra, fue su pelea frente a Luis Federico Thompson, panameño que supo ser campeón argentino y sudamericano. Además, con 177 peleas fue el segundo boxeador argentino (nacionalizado) con más combates detrás de Andrés Selpa. En aquella oportunidad Manolo le hizo besar la lona a Thompson y estuvo a dos segundos de coronarse ganador frente al gran pugilista, en un combate organizado en Pergamino. “En el primer round me pegó muy fuerte en el estómago y me dejó sin aire. En mi rincón me decían que abandonáramos, pero yo les dije que no. Seguimos peleando, él me tiró un golpe y yo hice un paso al costado, no fue algo pensado, eso uno lo aprende en el gimnasio. Cuando quedé en una posición propicia le metí un gancho en la pera y lo tumbé. Le contaron 8 segundos. ¡Qué bárbaro!”, enfatizó Pereyra. Y concluyó: “Lo juro por mi mamá y mis hijos que me creen, porque los demás se ríen”.
Por último, Manolo recalcó que el boxeo fue su gran pasión y que lo vivió como quiso, a su manera. Para terminar dejó un mensaje de agradecimiento con palabras que denotaban una gran emoción que fluía internamente pero que también se demostraba en el tono quebradizo de su voz. “No tengo nada que pedirle a dios, estoy agradecido. Estoy muy contento, todos los años que han pasado desde que dejé de pelear y todavía hay mucha gente que me recuerda, este momento lo siento en el corazón”, finalizó.