“Yo puedo mostrar que
juego al rugby, y bien”
Gisela Acuña es una de las mujeres que no pensaron en el
que dirán y se atrevieron a luchar con pasión por un deporte
(Por Gabriela Martin) El rugby femenino tiene más de 20 años en la Argentina pero su historia es casi desconocida. Si bien, la historia marca que el primer partido fue en la década del 80, en Alumni (Buenos Aires), algunos años más tarde, en 1996, esta nueva modalidad llegó a la provincia de Santa Fe. Más precisamente a Santo Tomé, donde está el club Cha Roga. “Primero fueron las novias y familiares de los jugadores del primer equipo del club las que se animaron a los tackles”, confesó. De a poco se acercaron otras chicas y entre ellas llegó Gisela Acuña. Hoy, 15 años después, sigue firme en la actividad aunque advierte que está cerca de colgar los botines. Por jugar en el seleccionado argentino, por ser árbitro y por ser jugadora-entrenadora-dirigente, Acuña es una referencia obligada a la hora de hablar de rugby femenino santafesino.
- ¿Cómo fueron esos primeros pasos?
- No la veía ni cuadrada, lo único que sabía era que la pelota era ovalada y que se hacía un scrum. No conocía ni las posiciones ni que el pase era para atrás. Empezamos a entrenar en el Parque del Sur al mediodía. Salíamos de la escuela a la 12:45 y nos íbamos con Mara (con quien comenzó enla actividad) en bicicleta hasta el Parque, porque el entrenamiento comenzaba a las 13.
- ¿Y qué te decía la gente cuando le contabas a qué jugabas?
- Mis amigos estaban contentísimos, aunque algunos me decían que estaba loca, pero como ya me conocían sabían que mi locura no venía por el rugby. Llama la atención, hoy en día decís "juego al rugby" y te miran como un bicho raro, pero a la larga te entienden. Una vez me preguntó un chico por qué jugaba al rugby y le contesté que era para demostrarles a los hombres que nosotras también podíamos jugar. El chico me dijo: 'Ustedes no le tienen que demostrar nada a nadie', supe que tenía razón, y desde ese día pienso que yo puedo mostrar que juego al rugby, yo puedo mostrar que juego bien. Además, esto no es una competencia entre sexos. Soy mujer, puedo jugar aunque lo normal pareciera ser que lo jueguen varones.
- ¿Desde un principio cómo fue la relación con el club?
- Siempre nos apoyaron. Hubo un período, durante dos años, que éramos cuatro chicas entrenando (con los chicos) y el club nunca nos cerró las puertas. Es más, en ese momento entrenábamos con la M17. Siempre nos aceptaron, desde lo institucional hasta cada jugador de cada una de las divisiones. Siempre tuvimos el soporte de nuestro club.
- ¿Cómo fue la experiencia de entrenar con hombres?
- Exigente, pero se notaba muchísimo cuando ibas a los torneos. Después se notaba muchísimo cuando jugábamos con las mujeres, ya en el tackle pensabas: “¡Uy, la maté!”, y a los chicos ni los bajabas. Ahí te dabas cuenta que valía la pena entrenar con los varones. Hoy en día cuando hacemos partidos con los varones, si bien es todo medido, no es al ciento por ciento, también se nota muchísimo.
- Más allá de Cha Roga ¿hay apoyo dirigencial?
- Este es el segundo año que desde Unión Argentina de Rugby (UAR) baja una partida para el desarrollo de rugby femenino. La Unión Santafesina, a través de la UAR nos está ayudando. Antes se hacía muy difícil viajar porque nos lo teníamos que bancar nosotros y la mayoría de las chicas estudia o trabaja. Por eso, este apoyo hace que tengamos un cronograma de actividades para todo el año.
- ¿De qué manera consiguieron ese respaldo?
- Bancamos muchísimas cosas, desde lo que es nuestra unión hasta lo que hoy logramos, que es estar como delegadas de nuestro club. Que una mujer entre en la reunión de consejo nos costó 10 años. Cuando yo empecé a ir, tenía 20 años, salía llorando. Ahora te abren las puertas, te dejan pasar, te dan la silla. Creo que hubo un cambio que se logró por persistir.
Aquellas novias, hermanas, primas, familiares de los jugadores de la Primera que dieron el primer paso enla disciplina para conocer un poco lo que era el rugby pusieron una semilla que prendió en el país. Acuña comenzó a los 16 años y cuenta con regocijo el desarrollo que se logró en la actualidad.
- ¿Existe trato con los demás equipos del país?
- Hay mucho apoyo mutuo para apuntalar el crecimiento, intercambiamos mails, experiencias. Comentamos qué está haciendo cada una en su unión. Particularmente yo hablo con Carolina, que es de Bahía Blanca, con algunas chicas de Buenos Aires, con Mariana de Misiones. Por ejemplo, a las de Córdoba no las querían fichar entonces les dijimos que manden notas y después de la décima recién las ficharon. Lo mismo con las de San Lorenzo. Nos costó mucho y por eso nos tratamos de apoyar unas a otras. Nos sirvió mucho ser perseverante y siempre trabajar ordenadas.
- Participaste de los Juegos Sudamericanos, representando a Argentina, y además logrando el segundo puesto, ¿algo para destacar?
- Fue una buena actuación, sobre todo porque estuvo fundamentada en un buen juego, que a la vez se sustentó en buenas destrezas individuales y grupales. El rugby femenino sigue evolucionando y creo que mucho tiene que ver la continuidad de los últimos tiempos. Por ejemplo, resultó muy importante que desde mitad del año pasado hasta aquí hayamos realizado cuatro concentraciones, en las que pudimos trabajar con gran dedicación y entusiasmo
- Formaste parte del primer equipo de mujeres de rugby 15 que representó al país en la gira por Europa, ¿cómo viviste ese hecho histórico?
- Fue un orgullo, pasión, emoción, alegría, tristeza, muchas cosas. En mi caso, ya estoy próxima a colgar los botines, y quizás eso hace que haya sido muy especial para mí. Pero me gusta aclarar que esto de ser primero en algo es únicamente importante para las instituciones, no para las personas. Y si será algo histórico, sólo el tiempo lo dirá.
- ¿Pensaste qué hacer cuando dejes de jugar?
- El rugby es uno de los pilares de mi vida. No me imagino sin él. No voy a dejar de hacer cosas referidas al deporte. Me gustaría ser entrenadora porque es una forma de agradecerle a Cha Roga. Me saco el sombrero por mi club y si me dicen hay que ir a Jamaica, dejo todo y voy. Hoy hay clubes que ni siquiera piensan en el rugby femenino y a nosotros desde el primer día nunca nos cerraron las puertas, siempre nos bancaron. Uno de los valores que te enseña el rugby es devolverle a tu club lo que te dio. Estoy totalmente agradecida de mi club, enamorada.
Una vez se puede hablar de chicas que no le temen a los prejuicios y que avanzan más allá de los impedimentos, porque lo que ellas buscan, es progresar y persistir con su pasión.